La reina y su dama

Revista Ritmo 965
Octubre 2022

Mobirise

Esta joven de ojos almendrados no nos ha visto aún, concentrada como está en su interpretación de alguna pieza al virginal. Su figura delicada emerge del fondo oscuro llena de armonía y misterio, pero, en realidad, sabemos más sobre ella de lo que creemos. Sabemos, por ejemplo, que goza de una cómoda posición económica -un buen retrato en Amberes no es barato- y que posee la completa educación propia de una dama virtuosa: conoce la música y está interpretándola en un instrumento que no falta al decoro. También sabemos su edad, veintidós años. Y esto último no hemos necesitado deducirlo, porque lo ha dejado, escrito sobre la tabla, la artista que la retrató, posiblemente su hermana menor. Hablamos de la pintora flamenca Caterina van Hemessen (1528-d.1583)

Nacida en Amberes, su padre fue un pintor de gran éxito en la ciudad, y la joven artista era ya conocida y respetada por su talento como retratista antes de cumplir los veinte años. No sólo dominaba la técnica, sino que era audaz: realizó el primer autorretrato conocido en el que un pintor se representa en el ejercicio de su profesión. Existían precedentes en los cuadros con el tema de San Lucas pintando a la Virgen, en los que muchos artistas prestaban sus rasgos al santo, bien por afán de verosimilitud, bien por ansias de posteridad. Pero nadie, varón o mujer, había osado hasta entonces presentarse sin disfraces, en el acto de pintar, elevando su oficio a un arte noble y digno de ser inmortalizado. Esta joven flamenca fue la primera en hacerlo, y se representó frente al caballete, elegante, reivindicando su pertenencia al linaje de las grandes pintoras de la antigüedad clásica que Plinio, y después Bocaccio, nombraban en sus libros, y que se pintaban utilizando un espejo.